El sueño de la banda

Todos alguna vez hemos tenido ese sueño de pertenecer a una banda, y sentirnos todos unos rockeros. Yo en parte lo logre.

El terror asiático me cago

Erase una vez que dije que las películas de terror ya no las hacían como antes, porque no me daban miedo. Pero ya encontré la respuesta a esa cuestión.

This is default featured slide 3 title

Go to Blogger edit html and find these sentences.Now replace these sentences with your own descriptions.

This is default featured slide 4 title

Go to Blogger edit html and find these sentences.Now replace these sentences with your own descriptions.

This is default featured slide 5 title

Go to Blogger edit html and find these sentences.Now replace these sentences with your own descriptions.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Across the mirror.


La materia que componía el río se dejaba ver de vez en cuando atreves de la espesa bruma, no era ningún líquido que ella hubiera visto antes. En realidad no parecía estar en ningún estado de la materia que ella conociese. Quizás por eso mismo se sintió enormemente atraída por esa espesa masa. Apoyo ambas manos en el borde del bote, y se aproximó hasta casi pegar su nariz con la superficie del río. Algo dentro de el la llamaba, algo…  De pronto unas putrefactas manos surgieron del aquella materia, y sumergieron su cabeza por completo en el agua que no lo era.

Su padre le estaba regañando nuevamente, como solía hacer cada vez que se enojaba con alguien más. Nuevamente no era su culpa que aquel negocio fracasara, había hecho todo lo posible y aun así no dio resultado. Había prestado su cuerpo para sellar el trato, mas el tipo a última hora se arrepintió. ¿Cómo iba a ser eso culpa suya?.

-          ¡¿Tu que sabes sobre hacer negocios, si todos tus tratos se cierran gracias a que hago de puta?! –Le grito a su padre antes de salir corriendo de la oficina. Seguramente luego pagaría caro ese atrevimiento, pero ya estaba hecho.
La escena cambio y se vio a si misma desde arriba, nuevamente estaba junto a su padre. Pero ahora en el estudio que poseía en casa.

-          Ya estoy harto de tu indisciplina y desobediencia. Si sigues así, tendré que dejar a cargo a alguien más.
-           
-           ¿He trabajado tantos años para ti, y aun así piensas en dejarle tu puesto a otra persona? – Respondió ahora desde su cuerpo.- Soy tu hija, ¿Lo recuerdas?
-           
-          Me da lo mismo quien seas. Si no eres capaz de controlarte no te dejare nada en herencia.
Era increíble como su padre aun le seguía exigiendo que fuera como él. Sabía a ciencia cierta que le odiaba por no hacer nacido hombre, y por eso mismo le hacía actuar como una prostituta frente a sus socios. Quería un hijo para entrenar y convertir en el heredero de tan grandes empresas. No un pedazo de carne al que lanzar a la entrepierna de sus asociados, para convencerles de hacer negocios. Prostitutas podía conseguir en cualquier parte, y mucho más baratas de lo que le había costado su hija. Y ahora amenazaba con dejarle el control del Holding a otra persona, ni loca aceptaría eso.

Era su derecho y nadie usurpara su lugar. Suyo, le pertenecía, a ella, solo a ella. Pero solo era una parte del pastel. Aún quedaba competencia con tajadas más grandes, pero con líderes menos embusteros y ambiciosos. Y esa solo era una pequeña isla, el mundo entero tenía que conocer su nombre y vivir bajo su yugo económico. Ella… Ella misma se encargaría de eso, llevaba tiempo haciéndolo. Se había acostado con tantas personas, había robado documentos, falsificado otros cuantos, sonsacado información a punta de amenazas y sobornos por tanto tiempo, que sentía desde hace mucho que la empresa ya era de ella. Pero no era así, cosa que se podía corregir fácilmente. Simplemente tuvo que prometer un par de cosas, que claro no iba a cumplir, y redactar ella misma los documentos. Quizás deslizar un jugoso cheque en algún bolsillo, o dormir con tal persona, para conseguir que eso documentos fueran firmados. Y así ahora daba lo mismo lo que dijera su padre. Ella sería la heredera del Chaebol tras su muerte, cosa que fatídicamente estaba tardando demasiado. Otro simple detalle que podía ser resuelto en un pestañeo. Apretujo la pequeña botella de veneno para evitar que la fuera a ver por casualidad, y fue a la barra a prepararle un trago a su padre.

-          Aun me odias por ser mujer. Te duele que fuese un hombre, no lo niegues. – Dijo mientras dejaba caer la ponzoña en la copa de whisky. La agito levemente para mezclar los líquidos, le agrego dos hielos, y se la llevo a su padre. Siempre le servía tragos, a él y a sus invitados, así que su acción no tenía nada de extraño.- ¿Cuándo aceptaras que ya nunca tendrás un hijo?  Y eso es tu propia culpa… -El hombre sentado en la butaca le miro duramente. Jamás le había gustado que le recordaran a su difunta esposa. Presiono con fuerza el vaso y le dio un buen sorbo. Gran error, hubiera sido mejor que se lo arrojara en la cara a su hija. –En fin, me retiro.
Se giró y comenzó a caminar en dirección a la salida. A mitad de camino escucho un “Aaaaah…” medio apagado, seguido del sonido del baso al caer sobre la alfombra. Puso una expresión compungida, y abriendo las puertas de par en par se echó a correr en busca de ayuda. Pero claro, ella sabía que ya era demasiado tarde. El veneno había detenido el corazón de su padre y nada se podría hacer para reanimarle.

Sintió una huesuda mano que le tomaba la nuca y tiraba de ella hacia arriba, al instante siguiente se encontró con la cabeza nuevamente fuera del “agua”. Caronte le había sacado de aquella sustancia. – Ya casi hemos llegado Señorita. La otra orilla está cerca, y la fortuna que me prometió también…

domingo, 18 de noviembre de 2012

Let me see your eyes.


Aquello sin lugar a dudas le costaría caro al tipejo ese. Aprovecharse de ella no era algo fácil, y los recuerdos de su huésped aun le atormentaban estrepitosamente. Tenía que saldar aquella cuenta pendiente.  Tomó su chaqueta y se dispuso a abandonar aquel bar de mala muerte que por alguna extraña razón había visitado. Era evidente que en aquel lugar llamaría la atención de todos, no estaba acostumbrados a ver un cuerpo así en sitios como ese, y eso era lo que menos necesitaba ahora.

Las callejuelas de ese extraño barrio le recordaban cosas que ahora no era agradable saber, y que solo alimentaban esas locas ansias de venganza que comenzaban a apoderarse de ella. Cuanto tiempo encerrada, tanto tiempo sin poder hacer nada divertido. Era tiempo de hacer algo al respecto, y sacarse de paso un peso de encima. Y así, ensimismada en esos pensamientos en parte ajenos, sus pasos la llevaron hasta un nuevo lugar. Ahora todo estaba mejor construido y adornado que en las cercanías del bar. Pronto los pies terminaron por transportarla hasta la entrada de una lujosa casa, había luz así que él dueño debería estar en su interior, justo lo que deseaba. Llamo al timbre y una conocida voz le pregunto quién era y que necesitaba. La respuesta adecuada logro hacer que las rejas se abrieran dándole paso al patio, y luego hasta la puerta de la casa, que no tardo en abrirse también. Dentro estaba todo tal como lo recordaba.

-          No esperaba volver a verte. Dijo sinceramente el hombre, tras guiarla hasta el mismo sofá donde hacia tan solo unos días abusase de ella. La verdad se veía que no sabía cómo reaccionar ante aquella visita. Perfecto.

-          Es que… No sé. Solo tuve ganas de venir…  De volver a verte. – Había puesto un tono infantil capaz de seducir a cualquiera. Maximizó el efecto de sus palabras mirando tímidamente hacia el suelo, al tiempo que jugueteaba con su cabello.

-          Verme… ¿Para qué necesitabas eso?

-          Pues la verdad es que… -Mientras balbuceaba se quitó la chaqueta dejando ver algo más de la piel necesaria.- Me siento sola, y… no se a quien más recurrir. –Se puso de pie para ir a sentarse junto a su anfitrión, cuidando en todo momento de conservar una apariencia inocente.- Y tú… Tú eres a la única persona que conozco en esta ciudad. No tengo a quien más recurrir.- Concluyó estirando separa rozar tímidamente la mano del Hombre.

-          No lo comprendo. - Dijo este tras ponerse rápidamente de pie, e ir a servir dos copas de vino.- ¿Cómo es que has terminado acudiendo a mí, aun siendo la única persona que conoces acá?- Le entregó el vaso a la mujer y volvió a sentarse a su lado, esta vez un poco más alejado que antes.

-          Es que… La verdad también necesito algo de ti.- movió su cuerpo para reducir la distancias entre ambos.

-          ¿Sí? ¿Y qué es eso que necesitas de mí? – El tipo estaba estupefacto, no podía creer que ella estuviera actuando de esa forma luego de lo que le hizo. Respondía por pura inercia a las palabras de la chica.

-          Es que…- Se estiro nuevamente, pero esta vez para besarle en los labios antes de que pudiera ser rechazada. Como respuesta a su acción fue arrojada al otro extremo del sofá de inmediato.

-          ¡Estás loca, ¿Qué es lo que pretendes?! – El individuo dejó caer su copa al suelo y sin prestarle atención se marchó hacia la cocina. La chica le siguió de cerca portando su vaso.- Esto es un error, voy a llamar a la policía.

-          ¿Ahora no me quieres? – Pregunto la muchacha haciendo un puchero. – No es lo que deseabas el otro día. – Agrego deslizando el tirante de su vestido con la mano libre. Uno de sus senos saltó al instante a la vista. Cambió de mano la copa e hizo caer el otro tirante dando un paso hacia delante.


-          ¿Por qué hace esto? – Aquella voz sonaba dudosa, como si comenzar a caer en la tentación de poseer el cuerpo que ante él se ofrecía.

-          Porque me siento sola… y necesito algo de cariño. – Con un nuevo paso al frente el vestido llego hasta el suelo, y tras otro más quedo olvidado dejándola solo con la ropa interior que cubría su entrepierna.- ¿No me deseas? El tono infantil e inocente con que esa pregunta fue formulada sería capaz de hacer caer en la tentación hasta al mismísimo Papa. Entonces el hombre estiro las manos… La mujer sonrío… El vaso atravesó el aire rápidamente e impacto contra la sien derecha del tipo… la sangre se mezcló con el licor. -¡DI QUE NO ME DESEAS MALDITO DESGRACIADO!- El aturdimiento y sorpresa producto del golpe fueron aprovechados para empujarlo contra el mueble que estaba tras él. La nuca rebotó contra el y el cuello fue aprisionado por los finos y delicados dígitos de la fémina.

El rostro desencajado que le miraba sin parpadear, al tiempo que era asfixiado, aterraba al hombre. No entendía que estaba sucediendo, ni mucho menos comprendía lo que le susurraban al oído una y otra vez.

-          Di que no me deseas, di que no me deseas, di que no me deseas… - Continuaba murmurando la mujer. Aflojó una de sus manos, pero tan solo para hacer algo aun peor que cortar la respiración de su víctima. La cuchara abandonada sobre el mueble cercano le ayudaría en su propósito, y mucho. El adminiculo metálico fue introducido lenta y delicadamente en la cuenca ocular derecha, mientras no paraba de susurrar. ¡Paf!. El sordo ruido de succión le indico que acababa de crear un tuerto.  Una lastima que aquellos dos ojos ya no fuesen a estar juntos, mas eso se podía remediar. ¡Paf! Resonó nuevamente acompañado de un desgarrador grito. El aturdimiento no había permitido que el individuo sometido a la tortura fuese consciente de la primera extirpación hasta que el dolor de la segundo le despertó. –Me pregunto que habrá más abajo…- Rápidamente las cuchara fue olvidada y su lugar ocupado por un cuchillo de mesa. Arma totalmente inútil para cortar a alguien, pero eso a la chica la traía sin cuidado.

Primero la tela de la camisa y luego la piel del abdomen se rasgaron ante la continua presión del escaso filo. La fina herida que se abrió en el cuerpo adolorido del hombre no tardó en hacerse más y más grande. Pronto el sangrante musculo abdominal quedo atrás, dando paso a las viscosas entrañas. El cuchillo cayó al suelo y la mano vacía penetro el cuerpo, más salió de él portando algo. Los intestinos fueron rasgados por los despiadados jalones y luego envueltos en el cuello de su dueño, a modo de improvisada soga. La cual termino de hacer el trabajo que sus manos dejaron pendientes. Soltó el cadáver y lo vio deslizarse hasta caer de bruces en el suelo.  Sonrió ampliamente admirando su obra de arte. Ya todo estaba hecho.

Se limpió la sangre en el mismo fregadero de la cocina, tras tomar los dos ojos desde el suelo y meterlos junto con agua en un frasco. Se calzo nuevamente el vestido, y fue por su chaqueta.

-Al final no fue capaz de decir que no me deseaba.- Murmuro sonriente al entrar nuevamente en aquel bar de mala muerte, esta vez sin quitarse la chaqueta para no mostrar el frasco que bajo ella portaba. -¿Quién me va a invitar un trago?- pregunto tras sentarse en una mesa ocupada por tres hombre. Aquella noche solo estaba comenzando.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Let the flame begin


Dio una profunda calada a su cigarrillo, y tras subir hasta el tope la cremallera de su chaqueta siguió caminando. El sonido de sus pasos era hurtado por el viento que corría por el lugar, casi como amortiguando las pisadas que daba.  Las hojas de casi secas de los árboles se amontonaban a los costados del sendero adoquinado que estaba recorriendo, solo observadas por la luna llena siempre tan hermosa. La escena completa parecía sacada de uno de aquellos cuentos que tanto le agrava leer en noches como esa. Ahora mismo le gustaría estar haciendo eso, pero le era imposible. Tenía que comprobar cierto rumor que un pajarillo chismoso había susurrado a su oído, y deseaba con todas sus fuerzas que eso fuera una completa mentira.

No iba creer aquellas historias sobre la chica que tanto amaba, y con quien ya había decidido pasar el resto de sus días. No, Ella sería incapaz de hacerle algo así. Si lo amaba de la misma forma que él hacía con ella. Debían de ser puros cuentos de gente envidiosa de su felicidad. Nada de lo que le habían dicho era cierto. ¿Cómo era posible que aquella dulce chica fuera a estarlo engañando con otro hombre? Totalmente imposible.

Dio la última calada y arrojo le cigarrillo al suelo, para apagarlo de una pisada. Conservando la calma abrió lentamente la puerta de la verja de madrea, y se adentró en el antejardín de la casa. Las ventanas estaban iluminadas, aunque le era posible ver hacia el interior pues las cortinas estaban corridas. Recorriendo la distancia hasta la puerta principal de la casa, apego su oreja a esta para intentar oír lo que sucedía en el interior. Dentro se escuchaban las voces de dos personas, al parecer una chica y un chico. Aunque le era imposible determinar de quienes se trataba, pues ninguna le parecía familiar. Se separó de la puerta y se encamino hacia la parte trasera de la casa, no era muy grande así que no se demoró casi nada en rodearla por completo. Cuando estuvo en su lugar de destino encontró algo que le sorprendió gratamente. Al parecer alguien había salido a tirar la basura en los contenedores traseros, y había dejado la puerta mal cerrada. Un hilillo de luz se filtraba por la comisura de la puerta, dejándole en claro que podía penetrar en la casa sin ser visto. Si era verdad lo que le habían contado, y seguía esperando que así no fuera, no debería haber nadie en la parte trasera de la casa.

Abrió despacio la puerta, procurando no hacer nada de ruido, y asomo la cabeza hacia el interior. Lo que parecía ser la cocina estaba completamente desierto, así que penetro en la casa juntando la puerta tras de él.  Agachado paso camino por el lado de los muebles, ocultando su presencia si es que alguien llegaba a entrar en la cocina. Desde un costado le llegaron las voces, ahora más nítidas, y se mordió el labio inferior al reconocer una de ella. No era posible, podía ser simple coincidencia o un parecido más que notable. No iba a creer esa estupidez solo por escuchar una voz que se pareciera. Llego hasta el sitio por donde entraban las voces al lugar en donde estaba, y se encontró con un corto pasillo. Aun agachado se metió en el amparado en las sombras que allí reinaban, y se acercó hasta el lugar donde sin duda se encontraban aquellas dos personas.  Enorme fue su sorpresa al asomarse en la habitación donde desembocaba el pasillo, y ver a su amada besando a otro tipo. Al final todo era verdad. Todos aquellos rumores que por semanas llegaron hasta sus oídos, y que él se negaba a creer.

-          ¡¿Qué significa esto?! – Grito poniéndose de pie y entrando en la habitación completamente. La estancia estaba a medio iluminar, pues mientras el rodeaba la casa habían bajado las luces, y encendido un montón de velas. Sin lugar a dudas para hacer la noche más romántica.

-          ¡Cariño!- Respondió asustada su mujer al voltearse y ver de quien se trataba.- ¿Qué haces aquí? – pregunto sorprendida.

-          ¡¿ Que qué hago aquí? Eso debería preguntártelo yo a ti.- Profirió sin bajar el tono de su vos. Sonriendo un tanto divertido el sujeto con que el que su mujer le engañaba se puso de pie, y lo miro de arriba abajo.

-          Ahora entiendo porque quería dejarte. Entras en las casas de los demás como un delincuente, y te pones a gritar como si de un animal se tratase. – la voz del tipo sonaba calmada pero a la vez arrogante. Con un todo de completa superioridad. –Ya déjate de tonterías y vete. Ella se quedara ahora conmigo. Olvídala.- Agrego acercándose a él.

-           ¡No me digas lo que tengo que hacer. El que debe olvidarla eres tú!- Segado por la ira y los celos que le provocaba toda aquella situación, empujo con ambas manos a aquel despreciable sujeto. Este retrocedió un paso y recupero el equilibrio, no sin antes pasar a llevar algunas velas. Las cuales cayeron aun encendidas sobre la alfombra, contagiándola con en fuego de sus mechas. El tipo respondió el empujón con un fuerte puñetazo, mientras la alfombra comenzaba a arder. -¡Te voy a matar aquí mismo!- tras estas palabras cogió al sujeto por el cuello e intento ahorcarlo, mientras la mujer les gritaba que por favor se detuviera. Sin que nadie se diera cuenta las llamas comenzaban a devorar todo. Aquel acto fue respondido de la misma forma, al tiempo que era empotrado contra una estantería llena de libros, la cual estaba medio en llamas. La fuerza del impacto lo hizo golpear su cabeza en contra de un grueso tomo, enviando un espasmo a todos los músculos de su cuerpo. Razón por la cual dejo de hacer presión sobre el cuello ajeno. Viéndose libre de las manos el tipo azotó nuevamente a Roy en contra de la estantería, haciendo que esta se tambaleara y cayera pesadamente sobre el cuerpo del celoso hombre.
El individuo con en el que hasta hace unos instantes se estaba besando la mujer, alcanzo a moverse antes de que su cuerpo también quedar atrapado bajo el pesado mueble. Y tomando a  esta por una de sus muñecas, la obligo a seguirlo. Ahora que Roy yacía bajo la estantería se había percatado de la acción de las llamas, ya era imposible detenerlas pues la mayoría de la casa estaba envuelta en ellas. La mujer le dedico una última mirada y susurro “Lo siento Roy” antes de seguir a su amante y escapar del lugar, dejándolo abandonado a su suerte. Lucho y lucho por ponerse de pie, pero el humo ya había llegado hasta sus pulmones, y se robaba sus fuerzas. La estructura, ahora completamente envuelta en llamas, era demasiado pesada para levantarla en aquellas condiciones. Comprendiendo que ya era demasiado tarde para él, simplemente dejo de forcejear y utilizo sus últimas fuerzas en llorar.

Gruesas lagrimas por de dolor y celos brutales, rabia y profundo resentimiento empaparon sus mejillas aliviando un poco la carne que ya comenzaba a desfigurase por el calor. Lanzo un último y desgarrador grito antes de que el fuego lo consumiera por completo, quitándole definitivamente la vida. Entonces entremezclado con el humo del incendio que sus propias acciones habían creado, una espesa masa comenzó a contraer forma. No era nada que surgiera del material quemado, sino algo mucho peor. Eran los remanentes de su alma que pugnaban por seguir a aquellos dos y descargar toda la ira de sus celos sobre ellos. Era un sirviente de la oscuridad, un ente viviente que formaba parte d esta misma. Una sombra.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Lier, you are a greedi liar.


 Hurgo en sus bolsillos y de entre todos los objetos que allí encontró, eligió la moneda. El dinero siempre había sido su arma más poderosa y la que estaba más a su alcance, la que le sobraba. Se sentó sobre una roca mirando al agua, y se puso a pasar la moneda entre sus dedos, como acostumbraba hacer. Volvió a escarbar en sus bolsillos en busca de cigarrillos, pero nada más que aquellos otros seis objetos encontró. Necesitaba fumar, ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez que el humo gris del tabaco se deslizara por su garganta. Tal era su deseo por la enviciante planta, que el síndrome de abstinencia comenzaba a apoderarse de ella. Pequeños temblores recorrían sus delgadas piernas, intentando extenderse hasta el resto de su cuerpo. Quería salir del lugar y correr en busca de aunque fuera un poco de tabaco, mas todo lo que veía era espesa bruma y oscuridad. Entrecerró los ojos y puso su mano libre a modo de visera, intentando alcanzar con la vista algo más que la neblina. A lo lejos pudo detectar una rutilante luz que danzaba sobre lo que parecía el agua, y se estaba acercando.

 Se puso de pie rápidamente y grito, al darse cuenta de que la luz provenía de un farol sobre una pequeña barca.  Intento llamar desesperadamente la atención del barquero, pero pronto se dio cuenta de que esto no era necesario, de que Él se dirigía sin lugar a dudas hacia Ella. Se aproximó a la orilla del río y se encontró con un muelle que parecía no haber estado ahí hasta entonces, lo recorrió prontamente y espero a que la barca se detuviera junto a el. Lentamente la bruma se abrió dejando ver a un encapuchado barquero, el cual no parecía percatarse de su presencia en el lugar.

-           Ho buen hombre, ¿sería usted tana amable de ayudarme a cruzar el río en su barca? – Pregunto a modo de saludo, puesto que no sabía si dar las buenas noches, mañanas, o algo así. En aquel lugar no parecía haber penetrado jamás la luz del sol, así que era imposible saber en que parte del día se encontraban. – Vuestro barco es el único medio que dispongo para salir de aquí, pues me encuentro perdida y no se hacia dónde dirigirme.- Agrego ante el silencio del Hombre sobre la barca. Intentaba hacerse la desamparada e indefensa ante aquel ser, de lo contrario dudaba que fuera a recibir su ayuda.

-          Nada es gratis en esta vida Señorita. En esta ni en ninguna, así que desearía algo a cambio por concederle tal favor.- Fue lo que el barquero le respondió, con una voz que parecía provenir de ningún lugar. – Soy solo un pobre anciano que se arriesga a afrontar los peligros que el río ofrece. De ninguna manera podre hacerlo si lo que me ofrece a cambio no representa ninguna utilidad.


-          Pero Señor. Todo lo que poseo en este momento es esta mísera moneda, que aquí en nada le puede ser útil. –Se arrodillo al borde del muelle y junto sus manos a modo de plegaria.- Mas le prometo que si me ayuda y luego me acompaña hasta mi hogar. Le ayudare a amasar con es amoneda, una fortuna que será envidiada hasta por el más acaudalado de los reyes.

-          Tus Plegarias serán inútiles mujer. Yo no  necesito dinero, no hay nada en este mundo, ni en ningún otro, que desee comprar. Si no tienes nada más que ofrecer me marchare. Acto seguido con un ademan de su mano, la embarcación comenzó a moverse lentamente.


-          Alto señor. Se lo suplico. – Dijo entre los sollozos que ahora intentaba controlar, sollozos que por supuesto eran completamente falsos. Pero si tenía que mentir para tentar a aquel viejo, no dudaría en hacerlo.-  Os juro por lo que más queráis que are de ti un hombre rico, tan rico que tu fortuna no tendrá parangón jamás de los jamases. Tan rico que vuestra barca podrá ser de oro macizo, y podrás sobornas a los mismísimos dioses para que la hagan flotar sobre lo que a vos se te antoje.

-          Chiquilla estúpida.- El barquero soltó una carcajada seca. – Los dioses me pusieron aquí. A Ellos no les interesa mi bienestar.


-          Pues entonces os prometo que vuestra riqueza alcanzara tal nivel, que los dioses rogaran a vuestros pies por siquiera una pequeña parte de ella. El dinero es poder, y os daré tanto dinero, que no habrá nadie más poderoso que vos. Se lo ruego, tan solo acepte esta moneda, y juntos construyamos algo maravilloso para usted.

-          ¿Dices que los dioses se arrodillaran ante mi? – Inquirió con evidente curiosidad.


-          Pues claro buen señor. Los Dioses no serán nada en comparación con usted. – Le tendió la moneda esperando que este se decidiera a tomarla.
-           
-          Por fin me las pagaran esos desgraciados. – Soltó con alegría.- Sube, sube muchacha, que no hay tiempo que perder. – Estiro una de sus huesudas manos para coger la moneda.- Sube y cuéntame como harás para darme tal poder.

¡Había funcionado! Había engañado al mismísimo barquero del infierno para que le ayudara a cruzar el río, por una simple moneda desgastada. Dinero, poder, jamás los tendría. Si alguien iba a poseer tales cosas en semejantes magnitudes, solo sería Ella. Ya al llegar a la otra orilla se encargaría de deshacerse del anciano que había sucumbido ante la avaricia. Se montó de un salto en la barca, y comenzó a hablarle de absurdos planes sin sentido. En su interior estallo en una risa frenética y alocada.

martes, 13 de noviembre de 2012

Just a prelude.

El teléfono no había parado de sonar aquella tarde, mas ella lo había ignorado en todo momento. Tenía una jaqueca que le hacía pensar que pronto su cabeza se partiría en dos, y el constante ring-ring del artefacto no le ayudaba en nada a calmar ese dolor. Lo desconecto y se fue al baño, sin lugar a dudas una ducha le ayudaría a aliviar sus malestares. Se metió en la regadera y dio el agua, el tibio líquido la hizo sentir mejor apenas tocó sus sienes. Suspiro con delicadeza liberando todo el cansancio que tenía acumulado por el excesivo trabajo de aquellos días. –De todas las ciudades del mundo tenías que escoger esta para trabajar. Padre me dijo que sería mejor Europa, ¿Por qué no lo hice caso?- Volvió a suspirar, ahora masajeándose la cabeza para acallar el dolor. –¡Esto no puede ser verdad!-Exclamo irritada.-¿Cómo es posible que no me dejen tranquila ni un día?- Cortó el agua y saliendo a toda prisa de la ducha se encamino hasta su habitación, mojando todo a su paso. En el lugar su móvil no paraba de repicar con una de las canciones que más les gustaban. -¿Cómo conseguiste esté número?- Fue todo lo que dijo al coger el aparato y contestar la llamada. La respuesta a aquella pregunta la dejó pasmada.

¿Cómo era posible que eso fuera verdad? No, no podía ser. De seguro era un simple chantaje sin fundamentos, una sucia extorción. ¿Pero y si era verdad? Los detalles que le estaban dando eran exactos, y eso hacía todo lo demás verídico. Arrojo el móvil sobre la cama y lanzo un grito de ira, antes de arrojarse a llorar junto a su teléfono.- ¿Por qué tenían que sucederme estas cosas a mí? Con la de modelos que hay aquí, y la mayoría son mucho menos cuidadosas que yo.- Dijo entre sollozos.- Calma, calma. Esto no soluciona nada.- Se incorporó y comenzó a vestirse tan rápido como le era posible. Cuando termino arrojo dentro de su bolso el móvil, su estuche con cosméticos, los lentes de sol, y unos fajos de billetes que estúpidamente tenía guardados en el fondo de su ropero. Se calzó los tacones y tomo las llaves de su coche, luego salió a toda prisa de la casa sin siquiera haberse secado el cabello o las lágrimas.

- ¿Tengo que hacerme con esas fotos?- Murmuraba para si misma mientras conducía hacia el lugar donde habían acordado reunirse. –Esto podría acabar con mi carrera.- A punto de ponerse a llorar nuevamente por los nervios y la frustración aporreo el volante para hacer sonar la bocina del vehículo. El embotellamiento era terrible y lo peor era que ella lo sabía, pero con el apuro y lo apremiante de la situación tomo aquel camino sin darse cuenta. La cabeza comenzaba a retumbarle nuevamente, no soportaba aquello. A penas pudo estaciono en auto y se bajó raudamente. El restaurant no estaba excesivamente lejos así que podía ir caminando.

Llegó casi jadeando al lugar, y con los pies casi adoloridos por los tacones. Era una modelo acostumbrada esas cosas, pero aun así esos zapatos no eran para nada cómodos. Se arregló un poco el vestido, tomo su pelo en una coleta y se apresto a entrar en el local aun con las gafas puestas. Dentro no había poca gente así que no le costó nada dar con el tipo que la había citado allí. Fue rápidamente hasta él, tratando de pasar inadvertida y se sentó en la silla que el camarero le estaba ofreciendo. -¿Cuánto quieres por todas las copias?- Pregunto una vez que la servidumbre dejó el menú y se marchó a atender a alguien más.

Lost in my body.


El tipo la miro sonriente como única respuesta ante aquella pregunta, lo que termino por enfadar a la muchacha más de lo que ya estaba. -¿No piensas decir nada?- El maldito dolor de cabeza estaba empeorando.

-          No deberías hablarle así a quien tiene tu futuro en sus manos.- Por fin dijo el hombre, sin perder la sonrisa en sus labios.

-          Solo dame una cifra, ¡demonios!- Realmente el dolor de cabeza estaba empeorando con su humor.

-          Veo que eres una chica de armas tomar, igual que con tus amantes.- Se burló el tipo.- No las tengo aquí. Si fueras tan amable, y supongo que lo serás, de acompañarme a mi departamento te las daré. Si pagas lo que pido por ella.

-          No seas ridículo, ¿esto es alguna clase de broma?- la petición que él sujeto le hacía era irrisoria, mas sin embargo no tenía alternativa. Realmente su futuro estaba en las manos de aquel chantajista.- Bien, vamos.- Agrego poniéndose de pie. El Hombre le imito y la guio hasta el estacionamiento del local, donde abordaron su automóvil y salieron a toda prisa.


El departamento al que entraron estaba ricamente amoblado, algo extraño en aquel tipo de personas pensó la chica, más si s ele sumaba la céntrica ubicación. – Vives en un buen lugar, para ser alguien de tu calaña.- Observo.

-          Cuida tus palabras. La verdad no soy cualquier tipejo. ¿Vino? – Ofreció descaradamente el anfitrión dirigiéndose a un  estante y tomando una botella y dos copas. La chica acepto por simple cortesía, cosa que ya no le quedaba mucho, y tomando la copa que le era tendida sentándose en uno de los sofás del lugar.


-          Ahora hablemos de dinero. – Se hecho hacia atrás y se froto las cienes antes de beber un generoso trago. El vino era bueno.

-          No es dinero lo que quiero, de eso tengo mucho, sino algo más difícil de conseguir. Al menos no tanto de ti. –Sonrió divertido observando las piernas de la modelo.

-          ¿Qué quieres? - Pregunto seca ella.

-          Lo mismo que se ve en las fotos… - Respondió el chantajista sentándose junto a ella y acariciándole el cuello. La mujer se levantó rápidamente al sentir el contacto de los dígitos con su piel, dando un manotazo para apartar al sujeto y derramando su copa. El dolor de cabeza ya era insoportable. - ¿No quieres mi silencio? – Inquirió con tono burlesco el acosador.

Ahora sus intenciones estaban claras, no era dinero lo que buscaba sino aprovecharse de ella. ¿Cómo había sido tan incauta para caer en semejante trampa?  Miró severamente al hombre sentado frente a ella, intentando no hacer algo estúpido. Aún tenía que comprobar si lo de las fotografías era verdad. – Primero enséñame pruebas, luego veremos. – Él hombre sonrió y se levantó para ir a meterse a una habitación, y volver con un gran sobre en sus manos.

-          Aquí están todas. Junto con la memoria de la cámara con que fueron tomadas.- Rápidamente Erin le arrancó de las manos el sobre y se puso a examinar su contenido. Cayó de rodillas al suelo cuando comprobó que era cierto todo lo que aquel tipo le había dicho, las fotos no mentían. Sus ojos se perlaron, pero se resistió a derramar lágrima alguna por puro orgullo.

-          Está bien, te daré lo que quieras. –Dijo aguantando un sollozo mientras se ponía de pie. Ahora el sujeto le observaba con una mirada llena de lujuria, pensando en qué hacer con ella. Se relamió los labios y emitió una orden, misma que fue obedecida por la apesadumbrada chica. Soltó su cabello y lo dejo caer al natural, cubriendo sus hombros. Coló sus dedos bajo los tirantes del vestido y los deslizó de a poco, descubriendo su piel lentamente hasta que la prenda termino por resbalar hasta sus tobillos. Producto de la rapidez con que se vistió, no tuvo tiempo ni siquiera de ponerse un sujetador, así que ahora estaba parada frente a aquel acosador solo cubierta por la tanga que llevaba. El dolor en las cienes era terrible, parecía que iban a estallar.

Los atentos ojos del hombre recorrieron cada centímetro de aquel perfecto cuerpo, deteniéndose un instante en los montículos que representaba su firme busto. Se acercó a ella y le acaricio el pelo poniendo su mano en la nuca de esta, entrelazando sus dedos con los finos cabellos. Le besó l mejilla y susurro una nueva orden al atento oído de la chica. Esta sin más remedio que obedecer retrocedió, siempre seguida por el hombre que no retiraba su mano de la cabeza, librándose en el camino del vestido que le entorpecía el caminar. Se recostó en el sofá que estaba tras ella cogiendo por la corbata al misterioso fotógrafo, para arrastrarle junto a ella y dejarlo de rodillas sobre su casi desnudo cuerpo.

Ahora soltando sus cabellos el hombre se dispuso a acariciarle ambos pechos haciéndola estremecerse. Mas no era de excitación, pues esta no podía hacerse presente en ella en un momento así, si no que de rabia contenida por los hechos que estaban aconteciendo en aquel momento. Delicadamente la zurda del individuo que estaba encima se deslizó hasta rozarle la entrepierna por sobre la ropa interior, y cuando intento colarse tras eta en acto reflejo fue apresada por la muñeca. –No.-  Susurro débilmente oprimiendo la extremidad ajena con sus dos manos. Era increíble, pero el dolor de cabeza sequia empeorando a una velocidad inimaginable.

-          Vamos querida, ya hemos llegado hasta aquí. No me hagas ponerme violento.- La chica soltó tímidamente la mano que sostenía ante aquella amenaza. – Así está mejor.- Murmuro él, acercándose a su oreja y comenzando a acariciar la intimidad de la joven.

-          ¡No!- Exclamó con fuerza al tiempo que empujaba con ambas manos al tipo, cuan fuerte le era posible. Este pillado por sorpresa cayó de espaldas al suelo e impacto contra una mesita, derribándola. Erin se incorporó rápidamente e intento comenzar una carrera de huida, mas los tacones la traicionaron y le hicieron tropezar cayendo de rodillas frente al hombre. Este se incorporó raudamente y tomando un florero que había tirado des de él mueble con el que choco, lo blandió en el aire.

-          ¡Maldita perra, ya me cansé!- le grito al rostro, antes de romper contra la cien de la chica el objeto que portaba. Al instante la sangre mano de la herida recién abierta y salpico el suelo de la habitación. La indefensa mujer se derrumbó sobre su costado izquierdo, algo aturdida por el golpe. El tipejo se le subió encima y rasgo sin problema alguno la prenda que aun cubría su menudo cuerpo.  –Vas a ser mía aunque no lo quieras.- Susurro nuevamente junto a su oído, e introdujo con inusitada violencia dos de sus dígitos en la íntima cavidad de la modelo.

Ya no solo le dolía la cabeza, pues ahora el malestar se había extendido a todo su cuerpo. Haciéndose acompañar por un calor abrazador, que nada tenía que ver con el placer sexual. Arqueó la espalda para intentar soportar el dolor, ya ni siquiera prestándole atención a la mano que hurgaba dentro de ella. Y entonces tan rápidamente como se había extendido por todo su delicado cuerpo aquella calidez mutó en un frío extremo.  Se abrazó a si misma haciendo caso omiso del golpe que le fue propinado por esto mismo, y comenzó a tiritar como si se encontrara en alguno de los polos terrestres.

La conciencia empezaba a alejarse de ella de a apoco, solo dejándole sentir los abruptos cambios de temperatura que en su cuerpo se sucedían. Calor otra vez, luego frío y calor nuevamente. Calor infernal que no le dejaba respirar en paz. Frío que le congelaba hasta la medula de los huesos, mismos que parecían resquebrajarse con cada cambio de estado. De verdad era como si sus huesos se fraccionaran en millones de diminutas piezas y se reformaran de nuevo, trayendo consigo una nueva forma. Intentó gritar pero su voz no fue la que escapo por entre sus labios, en su lugar surgió un potente rugido. Descomunal. Propino un manotazo, con un brazo que no era el suyo, a su atacante, enviándole lejos. Se puso de pie velozmente y corrió hasta donde había caído, con una velocidad que no conocía. Haciendo crujir el techo con este acto, pues la altura del departamento apenas alcanzaba a contener la de su cuerpo. Por algún misterio de la vida los tacones ya no enfundaban sus pies, pies que no parecían los de ella.

Zendas garras surcaron el aire y se clavaron en el abdomen del semi inconsciente hombre, rasgándolo al separarse en su interior. Las entrañas y músculos que estas pudieron capturar fueron llevadas hasta el hocico de la chica, para ser engullidas con voracidad. Luego fueron seguidas por las extremidades inferiores de aquel agonizante y aterrado individuo, para correr la misma suerte. Un último suspiro de agonía escapo de la boca del hombre, antes de que su cabeza fuera aplastada contra el suelo por esa enorme pata. Los sesos y el líquido cerebral salpicaron todo cuando el cráneo cedió, y estalló con un sordo crujido.

Nuevos y bestiales alaridos sonaron por todas partes, entremezclándose con leves sollozos, a la par que la carne del reciente cadáver terminaba de pasar por las fauces del animal. La feroz criatura se acurruco sobre si misma cuando termino de engullir su manjar, ahora haciendo más evidente los ahogados llantos y menos los alaridos. Mas la bestia no quería abandonar aquel estado de frenesí.  Tomo carrera nuevamente y saltó por la ventana más próxima a ella, girando en el aire y colgándose de la cornisa del edificio con la garra derecha. Solo la Luna, secundada por el aterciopelado manto negro que era la niche que había caído mientras intentaban aprovecharse de aquella indefensa chica, observo como se montaba en el techo del edificio y volvía a acurrucarse en posición fetal. La metamorfosis que le devolvía su estado original a aquel extraño cuerpo aconteció hay mismo, reformando nuevamente cada centímetro de este. La chica permaneció inconsciente por algunos minutos, hasta que los ruidos de gritos y pasos bajo ella le despertaron lenta y aturdidoramente. En los edificios contiguos comenzaban a encenderse luces por todas partes. Al parecer el alboroto había sido enorme.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Cronicas de un viaje anunciado. Parte 2


Segundo día: Reconociendo y bebiendo. (12/11/01)

 Nos bajamos del bus y corremos por café y cigarros. Vamos a la residencial donde teníamos reserva, a dejar los bolsos y tras descansar un rato volvemos a salir. Damos un par de vueltas y logramos encontrar la Quinta Vergara, el local escogido para el Show. Lo vemos, nos decepcionamos y nos alegramos a la vez porque creíamos que era mucho más grande pero por lo menos así veremos bien. Realmente en Tv y fotos se veía algo bestial, enorme, pero el lugar no lo es para nada, a pesar de tener capacidad para algo así como 13mil personas. Buscamos un lugar para comer, fue algo así como un almuer-sayuno , y de vuelta a la residencial.

 A la Javi la llama la Ale, una amiga que no conocíamos en persona, y la vamos a ver a la plaza. Estaba con su grupo de amigos tratando de encontrar alojamiento para esa noche, esperamos a que lo encuentre y la vamos a dejar. Cuando estábamos en el lugar otra vez llaman a la javi, esta vez otra amiga, y le dicen que los artistas se están tomando fotos con los fans fuera del hotel. Prácticamente corremos a tomar un bus para el Hotel (Sheraton Miramar), el que no pasaba nunca y  moríamos por al espera. Finalmente llegamos donde se suponía que estaban los idol pero solo habían fans locas y locos, no se veía ningún artista. La gente corría de un lado para otro sin saber por cual puerta del hotel saldrían. Con Ikki nos miramos y es como “Tenemos sed, vamos por cerveza”, convencemos a la Javi y la Ale y nos vamos a recorrer la ciudad en busca de un Pub o restobar, o algo donde emborracharse.

Preguntando por aquí y por allá logramos dar con el “Juglar”, a eso de las 14:30, un Restobar con pinta de guarida vampirica y con super buena música. Tuve mucho feeling apenas entre. El lugar era genial, por eso bebimos y bebimos durante horas. Charlamos sobre muchas cosas y bebimos, en ese momento parecía que el Mu Bank era solo la excusa para ir a Viña a emborracharnos, y seguimos bebiendo  hasta que nos dio hambre. La Javi se quedó en el Juglar con unas amigas que habían llegado después, y nosotros salimos a buscar un lugar donde “bajonear”. De nuevo preguntando, parábamos a cualquiera que viéramos en la calle con pinta de poder responder amablemente a tres ebrios desconocidos, afortunadamente nos ayudaron y encontramos un lugar donde comer pronto. Nos zampamos unos completos gigantes, yo los encontré normales pero según el Ikki y la Ale eran bestialmente enormes. Como a las 22:30 nos fuimos para la playa junto al hotel, de camino pasamos a buscar a la Javi pero estaba ocupada con sus amigas, a vagar un rato.

Caminamos un rato descalsos por la playa, con los pies en el agua, y de vuelta se nos ocurrio ir a ver a un grupo más o menos grande de chicas que estaban sentadas en la arena. Los tres somos del clan de los “Tímidos extrovertidos”, somos tímidos pero como estábamos ebrios ya no nos importaba casi nada, así que llegamos todos simpático a hablarle. Resulto que eran Boice y Elf simpáticas y nos pusimos a conversar de inmediato. Al rato nos volvío a dar sed así que fuimos con el Ikki a comprar unos Manquehuitos, vino blanco, cerca del Juglar. De camino nos encontramos con un vagabundo que cuidaba autos y nos hizo preguntas de ingenio, realmente no supimos como responderle al tipo porque las preguntas eran super buenas. Ya de vuelta en la playa nos pusimos a tomar los tres solos y a gritar idioteces hacia el Hotel.  Como las fans estaban gritando los nombres de los idol y los grupos para ver si se asomaba alguien a saludar, nosotros nos pusimos a gritar por gente que no venía. Honda por H.O.T, EXO, U:Nee, LeeTuck, HanGen, DBSK, y cosas así, pero cuando nos pusimos a gritar mantarraya alguien se asomó por una ventana del Hotel. Como YongHwa en su saludo a Chile había dicho que cuando escuchaba el nombre del país se le venían a la mente las mantarrayas asumimos que era él quien se asomos. Ya después seguimos bebiendo y apareció la Javi un tanto más ebria que nosotros.

Ya andaba jugosa así que se fue metiendo de a poco en el agua y término por caerse, la Ale la siguiendo porque igual se había puesto medio jugosa y terminaron las dos bañándose a la medianoche en la playa. Con el Ikki seguimos bebiendo hasta acabar con todo el Maqueuhito. Al final ya estaba ebrio de nuevo así que me quite la camiseta, deje mis cosas a los pies de Ikki y me  corrí al mar sin pensarlo dos veces, en realidad ni siquiera una vez lo pensé,. El sabor a sal me golpea la boca a penas me meto al agua, es asqueroso pero el alcohol me ayuda a pasarlo por alto. Me quedo feliz chapoteando un rato hasta que como que se nos pasó un poco la borrachera y nos regresamos a la residencial. Mientras estábamos en el agua las Elf se daban vuelta a mirarnos sorprendidas por como hacíamos el ridículo. Caminamos descalzos de regreso y nos acostamos de inmediato, el día había sido agotador y aun estábamos algo borrachos.

Nos dormimos casi al instante de que la ale se fuera a su residencial, a eso de las 1:00 am. Ya no supimos nada más del mundo hasta la mañana siguente.